domingo, 19 de marzo de 2023

25 vueltas al sol, juntos.

El agua, dulce y fresca, sigue manando del manantial. El cauce, prístino y pequeño, nos ha llevado a un océano de orilla a orilla.

Las gotas inocentes y frágiles del páramo no han dejado de caer. Su dulce canto de acequia y riachuelo están sonando aún. 

El curso del agua fue conociendo otros cauces. A veces abruptos, violentos, de altura; otros discretos, en remanso, reposados. Hubo pantanos, lodo, rocas, que nos orillaron y aquietaron: agua estancada que no se mueve y muere. Otros seres habitaron ese estado.


Mas, el agua no para, brillante y potente, abre su cauce y reluce su fuerza. En tres riachuelos se multiplicó; trayectos vitales en busca de su propio torrente. Aguas de colores, aguas de vida, aguas que alegran y sanan, aguas  en fin, de cascadas, ricos brotes, arcoiris y brisa. Roca, torrente y luz.

Los campos se han nutrido por la lluvia, la siembra y la cosecha. Los frutos de vida y de trabajos han dibujado estrellas y constelaciones. El viento límpido escruta las arboledas y anima el hogar y el fuego. Hemos labrado en la sagrada tierra de los aprendices que juegan ahora su propio destino. Y de nuestras parcelas anidadas en el capulí y el eucalipto, ha brotado nuestro norte y se ha tomado el orbe.

Te veo, mujer, en el planisferio y sueño tus pasos y gestos, anhelando que la chakana y el lauburu conspiren a favor nuestro. Enlazo mis dedos y siento apretar los tuyos y nuestro andar se hace ligero y constante.

Una recarga de peces remece el barco, nuevas corrientes hinchan las velas. Quiera el buen Dios, y nos dé, cada día, la memoria, el empeño, la salud, el amor y la gracia para andar, volar, navegar otros tantos marzos, juntos, hasta el final.



19.03.2023

viernes, 23 de diciembre de 2022

2022 al cierre de este año y mirando al que viene


Un 2022 intenso y particular,

un 2023 repleto de horizontes

Pampa argentina

Cerramos este 2022 con muchas historias para compartir, un sentimiento de gratitud por lo vivido y un deseo hondo de serenidad, salud y paz para el próximo año.

Quizá lo que más marca este año es que estamos bilocados. La bilocación es un supuesto don de estar en dos sitios al mismo tiempo. Pues, como familia lo estamos. Esto es una manera de asumir que los vínculos están allí, pero la distancia marca tiempos y espacios que queremos sostenerlos juntos. 

Tania y Antonio están por Bilbao en modo estudios presenciales y residen en una pequeña localidad cercana a la ciudad. Allí, con nuestros buenos amigos los Arbaiza Beascoetxea, nuestros caseros, habitan un pequeño piso acogedor y seguro. 

Por este lado, en Quito, estamos las otras tres: María Paz, Ana Sofía y yo. En este lado de la ciudad, cercano a todo y medio escondido, nuestro radio de actividades se resuelve en 5 km a la redonda, en la mayor parte de actividades. 

María Paz está por concluir su parte curricular y de externado. Se apresta al año de internado. Ana Sofía ha concluido muy bien su primer semestre en Artes Visuales, definitivamente es su camino. Antonio cursa el máster de conservación y exhibición del Arte Contemporáneo en la UPV/EHU, y hace pasantías con un artista local en Bilbao. Su estancia concluirá en julio de 2023. Tania y yo con nuestros procesos doctorales en este último quinto año. Un trayecto hermoso, sacrificado, que -a Dios rogando y con el mazo dando- concluiremos hacia julio de 2023.

Tania está en el tema de inclusión educativa en lo que tiene que ver con capacidades docentes al respecto. Un trayecto revelador de la importancia de las y los docentes para atender a todas las demandas de las y los estudiantes, cualquiera que fuera su condición, pero con mayor foco en quienes viven con alguna discapacidad de tipo cognitivo. El aporte ha sido ya apreciado en el espacio de un congreso y ha recibido palabras de reconocimiento. Su proceso da frutos sustanciales a un elemento de la educación que es sustancial: la inclusión, la igualdad y la justicia.

De mi parte, el tema del Aprendizaje-Servicio en el contexto del programa de Liderazgo Ignaciano de AUSJAL en la PUCE es mi campo. Es revelador cómo, mientras se promueve por un lado la educación mediada por la tecnología, sin duda valiosa; la apuesta por el contacto con otras y otros y el salir a otros espacios de los clásicos institucionales, hace que el proceso de aprendizaje sea contundente en términos de desarrollo personal, profesional, ciudadano y, para los creyentes, de aplicación práctica de la fe. Esto también ha sido nutrido por la cercanía y apoyo del GI ApS PUCE. 

Videoconferencia habitual: los cinco o en relevos en Facetime o WSP para el chisme. 

La vida, por medio de las instituciones donde trabajamos y estudiamos (Deusto y la PUCE, que en el fondo son parte de una relación más entrañable con la Compañía de Jesús), nos ha dado una oportunidad y respaldos sustanciales que tienen sus particularidades, pero han sido un fuerte aliento en el proceso.

Menhir de los 75 años de la PUCE 


Este 2022 lo iniciamos con dos narrativas, por la locaciones donde estamos: Bilbao y Quito.

Hacia finales del 21, pescaron COVID la Tanita y el Anto; afortunadamente estuvo de visita la prima, sobrina Emilia López, que como un ángel de la guarda, literalmente guardó y cuidó a ambos durante el tiempo de Navidad y comienzo de Año Nuevo. La Emi tiene un caudal de humanidad y brillantez enormes. Sin duda una cuidadora de lujo, pero más de cariño imperecederos.

Por este lado pudimos, luego de un trancazo que tuve, que no fue el virus, sino otra cosa, dar una vuelta por la bella Cuenca. Un paseo largo por tierra, nos dio la oportunidad de recorrer las provincias de camino y ver los bellos paisajes de la sierra ecuatoriana.

Ingapirca y Cuenca 

La Coquitas tuvo la oportunidad de visitar a su familia norteamericana -Los Mullins- en Versailles (KY), quienes con un gesto de generosidad y de complicidad, hicieron que la hija estuviera allá para el cumpleaños de una de sus hijas. Una pausa linda y cariñosa de esta familia a la que queremos mucho. Retomó su semestre en febrero hasta junio (en este mes le dio COVID: 3 de 5 gana el bicho).

El Anto hizo su estancia en Deusto Campus entre enero y julio, con un cúmulo de actividades a las que apoyó (y lo sigue haciendo) con su talento visual en productos concretos para dicha institución. En la actividad ha tejido relaciones muy valiosas y entrañables, basados en la acogida de los buenos amigos de la universidad de Deusto.

La Tanita a tope con sus actividades doctorales y de colaboración que copan su tiempo pero le dan espacio para aliviar la intensidad de la investigación con la colaboración en la misma Deusto.

En mi caso, actividades académicas y de transición laboral (dejé la dirección y recibí un sabático), marcaron los primeros meses. 

En abril y mayo, la Anita decidió el cambio de carrera. Descubrió a cuenta de experiencia, intuición y actividad que lo suyo estaba en el Arte y concretamente en las Artes Visuales, más que en la Arquitectura. Tramitó su cambio hacia la Carrera de Artes Visuales. Ahora está muy contenta en lo suyo y el espacio le ha permitido despuntar en sus dones creativos y la vemos feliz y sólida en su trayecto. Más o menos por este mismo tiempo, una escapada a Madrid, de aquel lado del mapa, con un trancazo al hijo, marcó la nota de encuentro con amigas y amigos de allá y de acá. 

Un recuerdo de Esmeraldas de hace fuuuu 

Llegamos al verano con ánimos reforzados, por los cambios y transiciones experimentadas. Siempre conectados entre los cinco y apoyándonos todo el tiempo. Tuvimos la visita de Pello a la PUCE. Pudimos dar un paseo largo por la provincia de Esmeraldas, redescubrirla a los años y añorar mejores días para esta tierra bendita que tanto sufre y padece por el abandono y la segregación histórica de la que ha sido víctima. Por el otro lado del charco, hacia finales del verano, una vuelta por Valencia marcó un lindo espacio de encuentro con nuestros amigos Ana y Vicente. Una ciudad muy bella y una cálida acogida nos hizo recordar el tiempo de vecindad de hace varios años en Quito, cuando la muchachada estaba en la infancia y, entre el día a día, hubo oportunidades de compartir. Memorable el salmorejo de hace años. 

Visita de Pello a la PUCE - A la salida de los EE 

 

Entre mediados de agosto y octubre (en los calendarios de ambas latitudes) retomamos las actividades de estudios. Un viaje relámpago a la Argentina, en el marco del ApS global católico, me permitió reafirmar opciones, renovar lazos y hacer otros de entre tantos que este espacio va marcando. En el mes de noviembre acogimos mascota nueva que ha sido toda una revelación: la señorita Liliana Elizabeth Estefanía María Andrade Laspina: una bicha felina que vino al mundo el 17 de septiembre, cría de la Nur y hermana de Boo, Milo, y Mili (todos ya en nuevos hogares). 

Lili, la tremenda, en sesión de juego 

Y llegamos a diciembre. Un año que se acaba. En todo este trayecto hemos recibido siempre el apoyo de nuestra familia (Andrade y Laspina) con gestos y palabras de aliento y cercanía: abuela y abuelo, hermanas y hermanos, sobrinos, primos, tías y tíos. Por nuestra parte, atestiguar sus trayectos y logros, también son fuente de aprendizaje e inspiración. Así como nos han animado, les animamos también en su caminar. 

Como apuntes particulares: fueron significativas las visitas del tío Edgar a Quito (abril); del primo/sobrino Gabo (octubre); de la Anita Jurado y su familia a Bilbao (noviembre), Vicen Merino a Quito (noviembre). Los sobrinos Nico y Bay se recibieron en sus titulaciones respectivas, los sobrinos More y Jota concluyeron el simbólico y lindo proyecto inmobiliario FAZ homes, en un cumplido homenaje a mi hermano Fausto quien repentinamente se nos adelantó hace 10 años. Su temple, visión y entusiasmo perviven en ambos junto al constante apoyo de mi cuñada Tania. Los 90 años del primo Pancho con esa linda celebración junto a la familia extendida marcó toda una historia. Las entrañables visitas a Santander a Avelina y Miguel, siempre cariñosas, cálidas y generosas. 

 Exposición de final de semestre CAV. Ana Sofía, 2022.

Igualmente, a nuestras amigas y amigos, colegas cercanos que nos acompañan en los procesos académicos, laborales, de misión y de vida: les reconocemos la dicha de la relación pues su presencia (indistinta de la distancia geográfica), compañía y aliento de diversas maneras (mensajes, gestos, acciones) son, también y efectivamente, fuente de energía y cariño en los trayectos que recorremos y les estamos muy muy reconocidos. También reconocemos sus logros y los de los suyos como frutos de su constancia, talento y esfuerzo. Esto lo vemos también como un alentador don y ejemplo.

Han habido, también, eventos complejos y dolorosos en varios ustedes: oramos para que su amor transformado en fortaleza, constancia, tenacidad vaya dando cauce a las dificultades que les ha llegado, que se vayan aliviando y encuentren nuevamente la serenidad y la paz. Que seamos para ustedes alivio y aliento. 

Una palabra por nuestra tierra en las circunstancias que nos rodean. En el mes de junio, tuvimos un contacto privilegiado por la convocatoria a las y los estudiantes de ciencias de la salud de la PUCE a las brigadas de emergencia. La Coquitas participó; y la Anita y yo, aprovechando el ir a dejarla, pudimos conocer de primera mano las demandas de las compatriotas y los compatriotas indígenas. Aparte de eso mis amigos de LULI se activaron en una red solidaria que destacó por su disponibilidad a la acogida, tal cual las comunidades nos la ofrecen cuando vamos a territorio rural. Fue un gesto de reciprocidad. 

De otro lado los acontecimientos de violencia generalizada y puntualmente el femicidio de María Belén Bernal y las masacres carcelarias, nos hacen ver con profundo dolor la realidad circundante. Lo del discurso de que el Ecuador ha sido una isla de paz, se cae como un castillo de naipes.

Las circunstancias actuales, las redes sociales, la polarización provocada por los grandes intereses, hacen ver que el pasado era: ojos que no ven, corazón que no siente. Lo que visibilizamos hoy y lo que padecemos es producto de la naturalización de las desigualdades, caldo de todas las violencias y la deslegitimación de las instituciones. Igual sucede en varios puntos de nuestra patria grande, América Latina.

Tampoco hemos estado lejos de lo que acontece en el otro polo geográfico; los efectos de la guerra y los fenómenos migratorios (pues lo somos estando por allá) también se hacen sentir (costo de la energía, horarios de consumo más y menos costos, canasta básica); aun sí, hemos tenido espacios de colaboración y solidaridad activa y ciudadana.

Nuestros humildes trayectos van marcados, también por las circunstancias que nos rodean y por lo que hacemos para remediarlas, al menos con participaciones puntuales, manifestaciones o tomar parte en el entorno del barrio/trabajo tejiendo relaciones más equitativas y esperanzadoras. Queremos, trabajamos y anhelamos un mundo de justicia, solidaridad y sostenibilidad. Y ello también es motivo de nuestras andaduras, estilo de vida, trabajos y plegaria.

Afiche del huerto urbano de la carrera de Nutrición de la UBA (ApS-AYSS), Bs. Aires. 

¡Qué lindo que Argentina y Aucas, campeones!

Al cierre de este relato, un gracias sentido a Dios, madre y padre de vida y esperanza por conectarnos en el camino, como familia, como amigas y amigos, colegas y viandantes. Los lugares que nos son significativos llevan nombres geográficos y en ellos de personas con las que hemos compartido lo cotidiano y el recuerdo y el cariño: Carcelén, Nayón, El Pedregal, la Granda Centeno, la Cato, Manabí, Alsonsotegi, Bilbao, la UD, Santander, Madrid, Valencia, San Sebastián, Montpellier, Buenos Aires, Punta Cana RD, Houston, Toronto, SF, Halifax. Que esta Navidad, en su gracia, nos dé salud, energía y luz para continuar y cuidar las buenas relaciones, alcanzar  las metas propuestas y sanar heridas, y que el Nuevo Año sea marco para verlas feliz, digna y finalmente, realizadas.

Con cariño,

LaspinaAndrade/AndradeLaspina

Amancer en bici. Parque Bicentenario, Quito. 

domingo, 24 de enero de 2021

La mochila para el presente y para el futuro: intuiciones para niños, niñas y adolescentes.



Hace un tiempo mi amiga Milena me preguntó algo que me puso contra las cuerdas ¿Qué deberían llevar en su mochila de vida los niños, las niñas y los adolescentes de hoy? Enseguida me puse en tensión. Era la misma pregunta que me hacía desde que en mi entorno inmediato con mis propios hijos estaba formulándomela y no pude, sino al cabo de 4 semanas de darle vueltas atreverme a una respuesta.

La primera cosa es mirar la realidad, estar presente en la realidad de los NNA y saber qué caracteriza su propio contexto. Sin duda son generaciones hiperconectadas, consumidores de tiktokers, youtubers e influencers. Con más concentración en las Kardashians que en su propio territorio. Es decir su cotidianidad está traspasada por la información y las tendencias de contenido en línea y su día a día habitual y común, esto último más plausible dado el confinamiento que para todos tiene rasgos distintos. En esto hemos, ciertamente, estamos ante la viva realidad. En esta mochila: su celular, tablet, laptop, están desde antes de la pandemia y el confinamiento.

Son generaciones gregarias y viven en contacto permanente entre sus pares. Una de las realidades es que nutren sus relaciones con desafíos, curiosidades de toda índoles, un tanto el sueño de ser influencers o de estar en un lugar algo más o menos expuesto y contar sus propias historias. Aquí topamos con una realidad: la Big Data y la IA son más ágiles que los tiernos cerebros de los NNA y proponen ya tendencias a base de contenidos seductores, inconscientes y de calado brutal que direccionan hacia una gama de intereses creados. En esta mochila estarán sus amigos: sus pares con quienes han compartido presencialmente y aquellos que se van sumando en el camino que vienen del conjunto de redes que constituyen sus relaciones o sus followers.

Sustancial en esta mochila: sus relaciones de hogar. No importa cómo esté conformado. Son las personas con las que comparten el espacio, interactúan diariamente, a las que presentan el buenos día y el buenas noches de cada jornada. Si algo nos ha enseñado esta pandemia y su consecuente confinamiento es que el lugar privilegiado es el hogar. A veces más seguro en términos de afecto, sostenibilidad, recursos, a veces no tanto. Esto nos pone de cara a las desigualdades y a las estructuras injustas, opresoras y excluyentes de una economía que busca fragmentar, condicionar y reventar consumo en lugar de repartir e incluir a todos en los bienes que es capaz de producir. Esta mochila tiene también esas relaciones inmediatas del entorno familiar próximo, diario y aquellas que son del primer círculo de relación. Tan sustancial: la solidaridad que nos conecta con la realidad. Ella es la que nos pone un cable a tierra y nos hacer ver la realidad. No vivimos en las pantallas ni en una burbuja de realidad virtual. El otro, el de afuera de casa: ese es más real que cualquier reto en cualquier entretenimiento en línea. Es necesario tomar esa conexión. Obviamente la ciudadanía se construye desde la casa: en unas relaciones sanas y justas entre sus habitantes.

Frente a la pandemia una cosa que llevarán de por vida es la idea del cuidado: el autocuidado y el cuidado de los más cercanos, de los de casa, de aquellos en los que puedan incidir: sus pares, sus amigas y amigos, su círculo de amistad. Se han dicho y seguirán diciendo: cuídante y eso tendrá un efecto potente en el día a día. Sin duda en el arraigo de estas pautas, también estará otro horizonte traspasado por "YHLQMDLG" traspasado por la potencia del impulso juvenil de comerse el mundo y de desafiarlo incluso desafiando al mismo virus. Tensión propia de los años juveniles que resulta en afectar a los propios por un ciego "no ha de pasar nada" o desde una carrera más estratégica de cuidado porque hay que llegar a la vacuna sin novedad. Tensión que nos es transitada en solitario: el mismo entorno de NNA animará o determinará llegar o no a esta meta. Por eso la mirada del cuidado es crucial y es una apuesta a salir del propio mundo de WhatsApp al de la realidad real, empezando por el entorno inmediato y relacional en que uno habita y coexiste.

El cariño: sincero, auténtico, de gestos, miradas, detalles de convivencia e intercambios que solo son posibles cuando no se puede salir de casa como antes o cuando el margen es muy mínimo. En casa solíamos hacer un mantenimiento rutinario del auto (el ABC) 4 veces al año, esta vez ha sido uno solo. ¿Qué ha sucedido? Compartir el tiempo, las comidas, la cocinada, los oficios, y las posibilidades del propio espacios han recuperado ambientes que no tengo sino una memoria de la infancia o de otras épocas. El poder compartir la mesa juntos es todo un regalo. Conversar más, escuchar y compartir el propio pensamiento. Han sido regalos de un tiempo acaso depositado en el transporte o en una falsa idea de productividad y ciertamente de adicción al trabajo. El compartir la mesa o decidir horarios para el encuentro es privilegio de pocos en la otra cotidianidad, solamente posible para aquellos que pueden disfrutarlo: quienes tienen el poder de decidir sobre su horario o viven cerca o les es accesible dirigirse a la mesa familiar. El gran público, almuerza con los amigos y apura rápido en bocado de algo en medio de 30 minutos de receso. Es decir, en esta mochila irán recuerdos de una cotidianidad de hogar muy propios de este tiempo y que quizá resultaban ajenos o de épocas de vacaciones. Nutrir el día a día con gestos de cariño y de afirmación serán la oportunidad de construir futuros recuerdos de armonía, resistencia frente a la amenaza, comprensión y apoyo sustanciales para siempre. En esta mochila la familia estará presente siempre; la de las relaciones sanas y claras de siempre y la de haber compartido el silencio o el confinamiento.

La mochila tendrá la capacidad de ser sensibles ante lo global, lo local y lo familiar. Seguir los grandes acontecimientos, al menos dejarse interpelar por ellos, no importa de qué fuente vengan, pero hemos de ser capaces de compartir nuestra mirada del mundo, del entorno y de la propia "escena". Es lo que sucede si somos capaces de cuidar un espacio compartido para intercambiar miradas. Justamente, uno de los activos más importantes será nuestra capacidad de intercambiar la mirada del mundo: de celebrarlo y de llorarlo. De sorprenderse y de lamentarse. Del vivir (o protegerse) y del morir (cuando vemos que la justificación "nadie estuvo preparado" no puede subsanar el histórico descuido a la salud integral: física, mental y espiritual de personas, familias, sociedades producto de un deliberado optar por lo funcional y no por lo sustancial.

Un elemento sustancial en esta mochila será la capacidad de resiliencia aprendida y modelada por quienes vamos un poco más adelante en el camino. Resistir, no dejarse vencer, mirar más allá de los golpes o dificultades, guardar la esperanza, trabajar por persistir en el sueño o la meta, perdonar, son necesarias para cultivar esta capacidad y en ella, la propia salud mental y espiritual. Esto también es producto de un encuentro con el otro inmediato. Será necesario, pues, no perderlo jamás de vista.

Es mochila, finalmente, será ligera, liviana y entusiasmará llevarla cuando sintamos compañía, compañía auténtica: de carne y hueso que hay que defender siempre la relación directa; o al menos tener la certeza del caminar con, apoyados por los medios tecnológicos, que son medios, no fines. Saber que nuestros NNA son importantes para quienes los queremos y tenemos próximos, que la sociedad los quiere y los cuida (poco o nada se ha hablado de cómo han transitado este tiempo, y mucho menos en realidades donde el desafío puede ser particular si hablamos de discapacidades o exclusiones históricas o situaciones de vulnerabilidad). Queda un honda y cuantiosa factura en manos de todos, de las autoridades y líderes ver en ellas y ellos, a nosotros mismos en cómo reconocemos su presencia, espacio y dinámica y hacia dónde caminan.

La mochila se carga a la espalda: es apoyo y resguardo. La mirada siempre vera hacia adelante, hacia el futuro y los pies, manos, mente y corazón caminan en un ritmo y ruta que no sabemos (y menos ahora) qué traerá, pero sí sabemos qué llevamos y podemos y debemos llevar para vivir, pues el hálito cotidiano y de siempre es vivir, vivir con plenitud e intensidad, con alegría en el encuentro y en el reflejo que somos capaces de hacer y hacernos de modo auténtico y libre. Es lo que hay: caminar, llevar esta mochila llena de cosas buenas y por eso ligera y cómoda para llevar; el cuerpo dispuesto, la mascarilla y todo aquello que comporta el cuidarse y cuidar... ¡a continuar se ha dicho!

JSAZ - enero 2021




miércoles, 18 de noviembre de 2020

Estamos hechos de ciclos de vida que se entrelazan. Este: es el de mi madre y el mío. Quedará atado siempre.

Parece que es tiempo ya. Que de nuevo tu vida vibrante y feliz pelea por quedarse.

¡Quédate! Todavía tu amparo y presencia es consuelo y fortaleza. Pero mejor quédate como quieras quedarte. Tu manos picadas de vías para sueros y analgésicos, pequeñas heridas que han peregrinado por tu cuerpo: pies, muñecas y ombligo para darte fuerza y cuidado y tu cuerpo ya resiente. Tu aliento se va debilitando y sigues palpitando entre las sondas, oxígeno. Veo tu piel tersa, suave, de ese bello tono que la vida te dio y que tanto recuerdo en tus manos y abrazos.

Tu aliento escalado, tu quejido leve pero persistente me hacen memoria de la historia que hemos tejido juntos. Cada hijo tiene una historia con sus padre y con su madre. 

La mía se remonta a aquel día de un verano en que fui concebido y un Domingo de Ramos que vi la luz, desde tus entrañas. Y empecé mi caminar, a tu lado, con tu compañía y la de papá. Pasamos largo tiempo juntos, hubo mimos, palabras de amor, gestos, vivencias, viajes... mi ciclo vital está contado también en tu registro de madre, como lo estuvo -y está de otra manera- anclado al de mi padre. Un relato de cariño, felicidad, lágrimas e incertidumbres pero también, y esta es la certeza de esta balanza, de mucho amor. Me sentí amado, bendecido, querido por ambos.

Esta vez, me siento como recogiendo en este breve texto mis 50 años de vida de hijo y me resumo en "qué dicha tenerte". Vuelvo sobre mí ¡quédate! Y a mi memoria vienen tus luchas, tu bueno y sano humor, tu hacer, ir y venir, tu opción de volver a trabajar para que alcanzara para la casa. Tu apoyo siempre solícito y presto. Tu diligencia y tu corrección.

Cuidaste de ti misma con pulcritud, cariño; recuerdo los perfumes de tus cremas, de tus fragancias, de tu ropa; mi memoria salta de las casas que habitamos, los cuartos que recogieron lágrimas, confesiones, alegría inmensas y esperanzas, frustraciones, tardes de costuras, bordados, música y juegos.

Tu sazón increíble de comida casera, del estofado de carne y maduro cocido con arroz que tanto me alegraba oler al entrar a casa después de la escuela como el manjar más delicioso, pero más alegría era recibir tu abrazo y cariño, y sentirse profundamente acogido, nutrido, cuidado.

Hubo lágrimas en esta historia, sí; sin duda. De tristeza y de dolor, pero también de una gratitud inmensa y feliz de poder reconocer los logros, las metas alcanzadas. Lo sentí muy intensamente de parte tuya y de papá.

Hubo momentos fuertes que desbordaron tus propias posibilidades. Apelaste a la paz, a no confrontar, a orar profundamente porque las cosas volvieran al cauce y, con el tiempo poder estrechar lazos y sanar heridas. Guía, abrazo y cariño, incertidumbre, pena como todo en la vida. La sazón de lo que vivimos está entre el dolor, la alegría y la posibilidad cierta de optar por la alegría auténtica, luchada y serena de saberse en paz con la propia consciencia. Aprendimos a vivir. Nos enseñaste tantas cosa y nos motivaste a más, siempre.

Las compras de ropa, zapatos o útiles escolares al centro de la ciudad, la vuelta con la parada en un restaurante para disfrutar de un 1/4 de pollo al carbón qué alegría y recuerdo. A veces con mis hermanos, con mi hermana principalmente y las más a solas... en un compartir privilegiado.

El mundo de la fe lo compartimos intensamente. La fe tuya, sentida, confiada, como la del carbonero: persistente, devota y vibrante. Llegaste a ser Ministra Extraordinaria de la Eucaristía y tuviste tu misión entre los enfermos del barrio. Participaste de espacios y actividades parroquiales. Aun recuerdo tu exitosa estrategia de pedirme que te acompañara al Jueves Santo y terminé en la banca de quienes nos lavaron los pies... me sentí bendecido y ese fue un nuevo retorno a la grey. Te encantaría apreciar hasta dónde he andado en el servicio. Ni yo mismo lo creo.

Visité los lugares que quisiste y que hubiera querido llevarte: Roma y la Basílica de Nuestra Señora de Guadalupe; hace poco más de un año donde pude orar por ti y agradecerle a la Virgen por esta historia. Solo falta Tierra Santa. Pero, a estas alturas, creo que la tierra sagrada es la que recibe nuestras lágrimas, nuestros sudores, aquella que recibe a nuestros difuntos y nuestros sueños; aquella que alberga la construcción de nuestros sueños comunes, compartidos, de hermanas y hermanos. Donde se celebra, baila, festeja y se hace la vida.

No sé si es el final, madre mía, no lo sé; sé que cada vez que te pienso, que tengo la oportunidad de verte, de hablar de ti con los míos o con mi hermano y hermana, hay un tesoro que albergaré dentro de mí por siempre: tu luz. Tu dedicación. Tu vida. Un día, un momento, será el paso definitivo. Descansarás al final de esta dura etapa, etapa que la has transitado junto a mi hermana (pendiente, solícita, cariñosa contigo). Tu abrazo será total y la memoria de mi padre y mi hermano estarán completas. Estarás en el cielo, en ese lugar utópico que nos reserva la dicha completa y eterna. Con Dios.

Que sea digno de la memoria y legado de mis antecesores. Que tu memoria me acompañe, tu intercesión esté con nosotros y nuestras familias, que encuentres a papá y a Fausto y los abraces con la dulzura del reencuentro. Acá estaremos tejiendo la vida y haciéndola digna de la familia que soñaron y que construimos, a veces de cal y otras de arena, como quien construye un baluarte, para los otros, los nuestros que son prolongación de la vida.

Los pacientes del ala de salud mental han terminado su actividad de patio. Han bailado, jugado balonmano y cantado. Empijamados, los he visto un par de veces cómo disfrutan del pequeño jardín de la clínica que te acoge. Bendito lugar, benditos cuidados paliativos que te brindan, que te dignifican y te acompañan todo el tiempo. La enfermera te aplica un inhalador, respondes... escuchamos la canción de la Oración de San Francisco en la voz de Canto Católico de Chile... Chile, el viaje de invierno que tanto le ilusionó a Fausto y a Edgar regalarles y del que fui su gestor: tour, tickets, pasaportes. Cuánto lo disfrutaron. Conociendo la tierra de los ancestros paternos y disfrutando de todo excepto del frío.

Mi hermana, fiel y fija en cuidarte, junto a mis sobrinos.

Que este santo, san Francisco, te reciba. Eres terciaria franciscana. Irás cantando al encuentro con el Amor, con la Fuente de Vida, con Dios.

Quito, 18 de noviembre de 2020.

martes, 21 de mayo de 2013

Sin mochila

Sin mochila ¡carajo! Ya me lo advirtió el domingo el vecino del bulldog del edificio de atrás: tendrá cuidado que están robando los carros. El día jueves le abrieron a un señor de por aquí sin que pudiera hacer nada y la policía ni se asomó. Ayer le comentaba a mi señora el mensaje del vecino y veíamos importante hacer caso a la advertencia. Ayer en la tarde, al dejar estacionado el auto en Veracruz y Manosca, entre las 15h00 y las 15h30, abrieron la cajuela y se llevaron mi mochila con mi computadora y otros materiales de trabajo. Al salir un vecino se acercó para darme la noticia: vecino le abrieron el carro, les grité y luego llamé al 101 (policía) y bajé pero ya se habían marchado. Le pregunté cómo había sido, mientras comenzaba a azorarme al comprender cada detalle e ir asimilando el hecho. Un Aveo azul, dos tipos, las placas son PVD-5831, fue hace como un cuarto de hora. Vi mi reloj: apenas marcaban 30 minutos desde que parqueé en la calle. Le agradecí y subí al auto y me marché. En mi mente las ideas: Tengo pico y placa, la Policía Comunitaria de la Ulloa está cerca, me decía mientras trataba de ordenarlas: mis clases, mis planificaciones, el curso de las cuatro, las diapositivas, el material, las notas del cole y de la U., la denuncia en la Policía Judicial, el aviso a los chapas. La acreditación de la U. Pudo haber sido peor: de pronto el carro entero desaparecía o quizá pudo haberme comprometido a mí mismo. Con estas ideas di una vuelta al parque y luego resolví que no sacaba nada yendo a la Policía y a la PJ, mis estudiantes estarían a la espera sin noticias, el curso es de 20h y cada sesión es sensible. Con los pocos respaldos en la nube, de lo último que estoy trabajando puedo seguir. Y ese fue mi pensamiento, a pesar de esto puedo seguir. Pero también pensaba que uno se va curtiendo. Me han robado dos autos y ahora esto. Un par de veces he estado en un evento de asaltos, la primera hace muchos años cuando un par de individuos en moto me arrancharon un par de gafas, que me regalara mi hermano, mientras caminaba. Y la segunda hace no más de cuatro cuando de regreso de una presentación intentaron robarme la guitarra y no sé si fueron los gritos o la puteada que les escupí, que los tres malandrines salieron en polvorosa, cuando medio barrio salió a ver que pasaba y mi familia venía en mi auxilio. Tuve la suerte de que no me ocurriera nada, salvo el gas mostaza que caló mi cara y ojos y me dio molestias por algunos días. Admito que en estos eventos con autos jamás mi integridad física se ha visto comprometida. Como quien dice: ojos que no ven corazón que no siente. Pero me manejo un cabreo tal que ni escribir estas letras me salva, aunque escribir resulta catártico y terapéutico. Me niego a putearle a alguien más que no sea al mismo ladrón por supuesto. Ahora me tocó mi aporte a los argumentos pelotudos de la inseguridad. Esto me pone a pensar en que toda vulnerabilidad al derecho y a la propiedad tangible o no tangible es un robo y siento que eso es de todos los días. Cuando cada cual hace de su servicio profesional o laboral una trinchera para sus caprichos o sus intereses. Cuando el burócrata, en este caso lo digo claramente, el burócrata de la seguridad, es decir la policía (nacional o municipal… estos últimos son un caso aparte por la falta de talla y posicionamiento) se regodea entre perfumes, gafas de marca, celulares ultra sofisticados, comiendo viandas criollas de paso, bostezando en el sillón de la patrulla o, a título de ser autoridad, es capaz de hacerse de la vista gorda o lanzarte el auto cual si fueran Starsky y Hutch, con ceño fruncido y cara de gallito de pelea (y pienso: dales poder y verás quiénes son). O, como hace años, el comisario municipal que te cita a fuerza de una denuncia de alguien desconocido porque no pintaste la fachada de tu casa porque atenta contra el ornato (y uno bien sabe que la fulana del piso bajo tiene sus contactos en el municipio y se valió de algún lacayo para joderte, cuando en esa época pasabas con dos reales en el bolsillo). Y la retahíla sigue y seguirá porque este tipo de eventos suceden. Y en contraste con la República o la Utopía aun cuando intentemos un estado de derechos y obligaciones, nos enclaustramos en nuestros asuntos, porque asi no se es vulnerable. Y uno se queda expuesto a que algunitos, al más puro estilo del truhan o el sicario a sueldo, se valgan de su posición o ventaja para joder la vida al resto. A la final, uno se vuelve curtido y pone tierra de por medio. Mi perfil de transeúnte es bajo. Mientras menos tenga que ver con conflictos, mejor. Mucho menos con la autoridad, y mucho menos cuando la fama de autoridad raya en el abuso y la prepotencia. Me pongo a pensar en la dinámica social que encierra la criminalidad y, claro, hay que tejer mucho para entenderla. Pero es la sociedad en sí la que está ciega, sí: ciega y enferma, como aquella de Saramago. Cuando unos se aprovechan de ciertas habilidades a fuerza de una intención pútrida y perversa. Por supuesto que hay que exigir que autoridades y personeros respondan con mayor probidad y momento a las circunstancias. Pero creo más en la Acción Ciudadana, un gesto de cada quien marca la diferencia y eso me da esperanza. Si freno en la línea del pare, si no obstaculizo el tránsito por ganar un par de metros fregando al resto que puede cruzar delante de mí, si me manejo por el principio de ser buen vecino, si evito la viveza criolla de guárdeme el puesto o présteme un esfero, si boto los desperdicios en su lugar o no rompo la vereda a título de que mi garaje necesita un acceso para mis cuatro chirles llantas a costa de los cientos de peatones que usan esa misma vereda, sin contar a los discapacitados que hacen maromas para caminar o transitar. Si estoy pendiente que hay bicicletas circulando. Si le adviertes al vecino de una amenaza o actúas al menos dando voces porque se roban un auto; ahí la cosa cambia. He escrito Acción Ciudadana con mayúsculas porque es la vocación a vivir en comunidad, no de andar diciendo que se ama desde hace años la ciudad, sino de vivir con sentido de buena vecindad, de respeto y acción conjunta. De querer vivir civilizadamente ¡Eso! Cuando raye el sol naciente saludaré con los vecinos, cruzaré palabras con el guardia de la Iglesia Evangélica de al lado. A lo mejor me encontraré con el jardinero del barrio. La vida sigue y yo, afortunadamente, también. Mi acción como ciudadano será hacer lo que debo y lo que me identifica: mis clases, mis estudiantes, mi trabajo. Compartir contigo esto que escribo. La compu y la mochila vendrán, como quien dice, por añadidura.

viernes, 27 de abril de 2012

GASTAR LA VIDA
GASTAR LA VIDA Jesucristo ha dicho: “Quién quiera economizar su vida, la perderá; y quién la gaste por Mí, la recobrará en la vida eterna”. Pero a nosotros nos da miedo gastar la vida, entregarla sin reservas. Un terrible instinto de conservación nos lleva hacia el egoísmo, y nos atenaza cuando queremos jugarnos la vida. Tenemos seguros por todas partes para evitar los riesgos. Y sobre todo está la cobardía... Señor Jesucristo, nos da miedo gastar la vida. Pero la vida Tú nos la has dado para gastarla; no se la puede economizar en estéril egoísmo. Gastar la vida es trabajar por los demás, aunque no paguen; hacer un favor al que no lo va a devolver; gastar la vida es lanzarse aun al fracaso, si hace falta, sin falsas prudencias; es quemar las naves en bien del prójimo. Somos antorchas que sólo tenemos sentido cuando nos quemamos; sólo entonces seremos luz. Líbranos de la prudencia cobarde, la que nos hace evitar el sacrificio y buscar la seguridad. Gastar la vida no se hace con gestos ampulosos y falsa teatralidad. La vida se da sencillamente, sin publicidad, como el agua de la vertiente, como la madre da cl pecho a su bebé, como el sudor humilde del sembrador. Entrénanos, Señor, a lanzarnos a lo imposible, porque detrás de lo imposible está tu gracia y tu presencia; no podemos caer en el vacío. El futuro es un enigma, nuestro camino se interna en la niebla; pero queremos seguir dándonos, porque Tú estás esperando en la noche, con mil ojos humanos rebosando lágrimas. Lucho Espinal, SJ.

sábado, 11 de junio de 2011

Una reivindicación urgente

Una reivindicación urgente
Por Santiago Andrade Zapata
¿Se ha preguntado sobre lo que verdaderamente representa el oficio docente? ¿Es verdad que se tiene más tiempo libre porque no se trabajan las ocho horas o más que en otros trabajos? ¿Que se goza de tres meses de vacaciones? ¿Es verdaderamente cierto que el profesor no vive el estrés de otros trabajos como aquellos vinculados los negocios, la empresa, el servicio público donde sí se trabaja bajo una presión que le es desconocida? ¿Está usted completamente seguro que el profesor se desempeña en un ámbito sencillo cuya trascendencia no va más allá del medio escolar? Todas estas interrogantes la sociedad ecuatoriana las asume como afirmaciones verdaderas y las considera una ventaja laboral frente a otras ocupaciones u oficios, sin embargo solamente revelan el desconocimiento y la inconsciencia respecto de una de las tareas de mayor impacto en la cultura: ser profesor.
Durante casi más de medio siglo, estas ideas han estado en el imaginario social y son los argumentos fehacientes para haber abandonado a la educación y haberla convertido en un bastión político o, al menos, en un triste oficio de consuelo (si no tienes trabajo o no aspiras consolidar o ejercer otra profesión, hazte profesor –otro tanto ha sucedido con la fuerza pública-).
A la fecha vemos que un proyecto integral de intervención e implementación educativas, animado por políticas de estado y de gobierno entra ya en escena. Son los objetivos del Plan Decenal de Educación el marco que dio origen a este esfuerzo tremendo; además, el nuevo tiempo político, inaugurado por la Constitución del 2008, señala claramente a la Educación como un eje de radical protagonismo en la generación de la dimensión del Buen Vivir.
Uno de los objetivos ha sido la revalorización de la profesión docente. Este elemento reviste especial atención, ya que el talón de Aquiles de una estructura educativa o su gran fortaleza constituirá siempre el factor humano, por tanto el profesorado.
La gran meta de la revalorización de la profesión docente ha comenzado a dar sus pasos: mejores remuneraciones y capacitación, mayor dedicación y orden en su ejercicio, todo esto desde las estrategias provenientes de las políticas públicas en educación, orientadas a formar a la población y levantar al Ecuador de un vergonzoso penúltimo puesto de nivel de rendimiento escolar en el continente, lo que revela allende de este tema, una realidad compleja y vasta. El desafío supone una renovación en dos sentidos: el primero y urgente en la tarea cotidiana de los maestros; y el segundo en el ejercicio de la autoridad educativa en todo orden.
Ser docente, por una parte, implica muchísimo más de lo que se dice, aparenta ser y tangencialmente notamos. Salvo honrosos casos de excepción –de personas e instituciones que sí cuidan al profesor-, la sociedad mira por sobre el hombro este noble oficio. Se ve al docente como un fracasado, atado a las cuatro paredes del aula o del centro escolar. Privados o públicos los miles de ecuatorianos que se dedican a la tarea de formar niños y jóvenes ven ante sí mismos un desafío de la historia; así, son los mismos maestros que deben aprovechar esta oportunidad de la historia para hacer notar con resultados que son capaces de aportar a la construcción del Ecuador del siglo XXI, sobre la base de su propio trabajo.
Un docente que se respeta ejerce su oficio con una dedicación completa: se mantiene actualizado, lee de su materia, desarrolla investigación, se mantiene críticamente informado, prepara escrupulosamente sus clases: contenido, estrategias de aprendizaje, materiales y recursos; sabe diseñar sus evaluaciones, las ejerce cumplidamente y las procesa con tal cuidado que conoce a cada uno de sus estudiantes al punto, que es capaz de marcar su propio ritmo de aprendizaje, habla con ellos personalmente y les atiende con regularidad de modo particular, del mismo modo que intercambia con sus colegas, informa y cumplimenta las demandas de su centro en tanto parte de un proyecto educativo parte, a su vez, de uno nacional. Como persona, cuida de su salud, de su estilo de vida, de sus relaciones pues en ellas estriba su tacto, su generosidad, su alegría y su esfuerzo dado que es gestor y ejemplo de persona, de profesional y de ciudadano. Eso demanda no solo ocho horas de trabajo; los profesores de los que hablo viven de amanecidas o desveladas, todo el año (inclusive los meses de receso escolar). Saben que deben cuidar su oficio y lo cultivan. ¿Dónde están esos docentes? Donde deben estar: donde se les cuida, se les valora, se les reconoce, se les promueve y se respeta su trabajo, donde se les permite desarrollar su oficio y su vocación adquiere la dimensión del valor central de su tarea. Pertenecer a ese cuerpo, hoy por hoy no es notorio, pero el país debe tomarlo en serio y quienes deseen incorporarse, han de empezar por profesar su oficio y tarea en serio.
El maestro de todo país que sueñe su propio buen vivir adquiere la dimensión de un referente social de acción y opinión y la sociedad, por su parte, ha de reconocerles, promoverles, cuidarlos y respetarlos, pues de ellos depende a largo plazo ese anhelo de vida digna y feliz que se sueña.
Quito, Junio de 2011.

25 vueltas al sol, juntos.

El agua, dulce y fresca, sigue manando del manantial. El cauce, prístino y pequeño, nos ha llevado a un océano de orilla a orilla. Las gotas...